La sudoración es un proceso natural que nuestro cuerpo necesita para funcionar correctamente. El sudor sirve para regular nuestra temperatura corporal y eliminar toxinas. Sin embargo, algunas personas sufren de hipersudoración o sudoración excesiva, que se caracteriza por una producción anormal de sudor que supera las necesidades fisiológicas del organismo.
La hipersudoración puede afectar a diferentes partes del cuerpo, como las axilas, las palmas de las manos, las plantas de los pies, la cara o el cuero cabelludo. Además de causar molestias físicas y sociales, la hipersudoración puede tener un impacto negativo en la autoestima y la calidad de vida de las personas que la padecen.
¿Qué causa la hipersudoración?
Existen diferentes factores que pueden provocar o agravar la hipersudoración, como:
- La genética: algunas personas tienen una predisposición hereditaria a tener glándulas sudoríparas más activas o sensibles.
- Las enfermedades: algunas condiciones médicas pueden alterar el funcionamiento del sistema nervioso o hormonal y causar sudoración excesiva. Algunos ejemplos son la diabetes, el hipertiroidismo, la menopausia, el cáncer o las infecciones.
- Los medicamentos: algunos fármacos pueden tener como efecto secundario aumentar la producción de sudor. Algunos ejemplos son los antidepresivos, los anticolinérgicos, los betabloqueantes o los opioides.
- La alimentación: algunos alimentos o bebidas pueden estimular las glándulas sudoríparas o dilatar los vasos sanguíneos y favorecer la sudoración. Algunos ejemplos son el café, el té, el alcohol, el picante o el chocolate.
- El estrés y la ansiedad: estos son algunos de los principales desencadenantes de la hipersudoración emocional.
¿Cómo se relacionan el estrés y la ansiedad con la hipersudoración?
El estrés y la ansiedad son estados emocionales que se producen cuando percibimos una amenaza o un desafío para nuestro bienestar físico o psicológico. Estas emociones activan el sistema nervioso simpático, que prepara al cuerpo para responder al peligro con una reacción de lucha o huida.
Entre los cambios fisiológicos que se producen en esta situación se encuentra la liberación de hormonas como la adrenalina y el cortisol. Estas hormonas aumentan el ritmo cardíaco, la presión arterial y el metabolismo celular. También estimulan las glándulas sudoríparas para producir más sudor con el fin de enfriar al cuerpo y facilitar su rendimiento.
La sudoración por estrés suele ser rápida e intensa y afecta principalmente a zonas como las manos, los pies, las axilas y la cara. Además del calor corporal generado por el aumento del metabolismo celular, otro factor que contribuye a esta respuesta es la vasoconstricción periférica. Esto significa que los vasos sanguíneos se estrechan en algunas partes del cuerpo para priorizar el flujo sanguíneo hacia los órganos vitales. Esto provoca una disminución de la temperatura superficial del cuerpo y una sensación de frío al evaporarse el sudor.
La hipersudoración asociada al estrés y a la ansiedad puede convertirse en un problema cuando se vuelve crónica o cuando interfiere con las actividades cotidianas de las personas. Además, puede generar un círculo vicioso en el que el miedo a sudar provoca más estrés y ansiedad, lo que a su vez aumenta más aún la producción de sudor.