La hipersudoración por estrés es un problema que afecta a muchas personas y que puede causar incomodidad, vergüenza y ansiedad social. Se trata de una sudoración excesiva que se produce en respuesta a situaciones emocionales como el miedo, la ansiedad o el placer, y que no está relacionada con el calor o el ejercicio. La sudoración por estrés suele afectar principalmente a la cara, las manos, los pies y las axilas, y puede aparecer de forma rápida e independiente de la temperatura ambiente.
La sudoración es un mecanismo natural del cuerpo para enfriarse y regular la temperatura corporal. Sin embargo, en algunas personas este mecanismo se altera debido a señales nerviosas defectuosas que hacen que las glándulas sudoríparas se vuelvan hiperactivas. Estas glándulas son las encargadas de producir el sudor, que está compuesto principalmente por agua y sales minerales. Cuando el sistema nervioso detecta una situación de estrés, libera unas hormonas llamadas catecolaminas (adrenalina, noradrenalina y dopamina), que provocan cambios fisiológicos en el cuerpo, entre ellos una sobreestimulación de las glándulas sudoríparas.
El resultado es una sudoración excesiva que puede empapar la ropa o gotear de las manos. Además, esta sudoración puede tener un olor desagradable (bromhidrosis), debido a la acción de las bacterias y los hongos sobre la descomposición de los restos de células descamadas de la piel. Esto puede generar más estrés e inseguridad en la persona afectada, creando un círculo vicioso difícil de romper.
¿Qué se puede hacer para controlar la hipersudoración por estrés? Lo primero es consultar con un médico para descartar otras posibles causas de sudoración excesiva, como enfermedades metabólicas, hormonales o neurológicas, o el uso de ciertos medicamentos. El médico también podrá evaluar el grado de afectación y ofrecer diferentes opciones de tratamiento según cada caso.
Entre los tratamientos disponibles para la hipersudoración por estrés se encuentran:
- Los antitranspirantes: son productos que contienen sales metálicas (como cloruro de aluminio) que actúan bloqueando temporalmente los conductos por donde sale el sudor. Se aplican sobre la piel limpia y seca en las zonas afectadas (axilas, manos o pies), preferiblemente por la noche antes de acostarse. Hay diferentes concentraciones según el grado de sudoración y pueden causar irritación o alergia en algunas personas.
- Los medicamentos orales: son fármacos que inhiben la acción del sistema nervioso sobre las glándulas sudoríparas. Los más usados son los anticolinérgicos (como glicopirrolato o oxibutinina), pero también pueden emplearse otros como los betabloqueantes o los ansiolíticos. Estos medicamentos pueden tener efectos secundarios como sequedad bucal, visión borrosa o somnolencia.
- La iontoforesis: es un procedimiento que consiste en aplicar una corriente eléctrica débil sobre la piel mediante unos electrodos sumergidos en agua con sales minerales. Esta corriente interfiere con el funcionamiento normal de las glándulas sudoríparas y reduce su actividad. Se realiza varias veces por semana durante unos 20 minutos cada sesión y suele ser efectivo para tratar la sudoración en manos y pies.
- La toxina botulínica: es una sustancia que se inyecta bajo la piel en pequeñas dosis para bloquear temporalmente los nervios responsables de estimular las glándulas sudoríparas. Es un tratamiento muy eficaz para reducir la sudoración en axilas y cara durante varios meses (entre 4 y 12), pero tiene un costo elevado y requiere repetir